Los 60 fueron años de grandes cambios sociales, de reivindicaciones, de transgresiones, de transformaciones en aspectos que hasta aquellos momentos parecían inmutables. Dos de las artes de más reciente creación —cine y cómic— se mezclaron para adaptar uno de las historias gráficas que más había impactado a la sociedad francesa, no tan liberal como parecía. Roger Vadim, director de prestigio que en 1968 estaba casado con Jane Fonda, montó una adaptación pop y kitsch de la space-opera que había escrito y dibujado Jean Claude Monte pensando, a su vez, en Brigitte Bardot. Algunos de los aspectos más eróticos se rebajaron y otros, más artísticos, se exageraron hasta un punto que hoy nos parece inverosímil. Sea como fuere, esta película es fiel testimonio de una época y un lugar donde todo parecía posible.