Puede decirse que la Modernidad empieza con la lucha —primero intelectual, después política— por «liberar» al individuo de las limitaciones, las trabas y los obstáculos de todo tipo que impedían su pleno desarrollo personal. El primero de los derechos conquistados fue el de conciencia: el derecho a creer en Dios según el propio discernimiento y no el de las autoridades. El MuVIM siempre ha prestado atención museográfica a ese espíritu emancipatorio que caracterizó a la Ilustración y, por eso, en su programación atiende a los avatares de los movimientos que batallan por la igualdad de la mujer, una línea de empoderamiento personal que se inscribe plenamente en la tradición ilustrada ya desde el siglo XVIII, con antecedentes tan renombrados como la francesa Olympe de Gouges o la inglesa Mary Wollstonecraft.
Mary Wollstonecraft (1759-1797)
Esta exposición, que complementa el ciclo «Franquismo y resistencia», pretende llamar la atención sobre el papel subordinado al que el régimen condenó a las mujeres, revirtiendo los avances legislativos conseguidos anteriormente —la Ley del Divorcio de 1932, el matrimonio civil, los derechos de sociedad conyugal, el derecho a voto— y limitando la situación jurídica de la mujer, sobre todo de la casada, que se encontró así en una posición totalmente supeditada al marido, convertido en su representante legal y al que tenía la obligación legal de obedecer.
El Consultorio de Elena Francis contribuyó a inculcar ese principio de sumisión ya desde el inicio de sus emisiones radiofónicas, el medio de comunicación más masivo de la época hasta la proliferación doméstica de la televisión. Las respuestas del programa a las cartas que enviaban las radioyentes contando sus problemas —algunas de las cuales han sido seleccionadas para esta exposición— permiten reconstruir el ambiente opresivo en el que vivieron aquellas mujeres consideradas eternas menores de edad y necesitadas siempre de la tutela de la autoridad masculina. La publicidad de la época, e incluso la de años posteriores, sancionó ese papel secundario de la mujer, que era concebida como un objeto —sobre todo del deseo masculino— más que como un sujeto de pleno derecho.
La base principal de los estados es la familia y, por tanto, el fin natural de todas las mujeres es el matrimonio. Por eso la Sección Femenina tiene que prepararlas para que, cuando llegue ese día para ellas, sepan decorosamente dirigir su casa y educar a sus hijos conforme a las normas de la Falange, para que así, transmitidas por ellas de una en otra generación, llegue hasta el fin de los tiempos.
Pilar Primo de Rivera, Misión y organización de la Sección Femenina de F.E.T. y de las J.O.N.S. (1942)
Mucha resignación, querida
Quiero que recuerde siempre que estamos en esta vida para sufrir y que cada uno, sea cual fuere, lleva su cruz, lo mismo que Nuestro Señor llevó en la que le crucificaron. Estas líneas se las he puesto para que tenga resignación, pues el matrimonio es una cosa muy seria, siendo un lazo de unión tan grande que es imposible romperlo [...]. Le aconsejo que procure complacer a su esposo aun en los más pequeños detalles, no le lleve la contraria y haga lo que él desee [...]. Mucha resignación, querida. Rece y pídaselo a Dios, que él no la dejará de su mano.
Contestación por correo a una carta al Consultorio, años 50