El hombre es el centro del universo, mientras que la mujer gira a su alrededor. Ellas son dependientes por naturaleza, a ellos corresponde la autoridad y el poder de decisión.
La doctrina patriarcal fue recuperada, asumida e impuesta por el nacionalcatolicismo franquista, como uno de sus principales pilares, con un eficaz programa educador de las mujeres, orientado a prepararlas para el matrimonio, finalidad última de su vida. Estas ideas del régimen, que se propagaban a través de distintos medios, encuentran en el comic y la revista femenina un excelente soporte de divulgación.
Las mujeres aparecen retratadas como como amas de casa laboriosas y profesionales eficientes, siempre impecables y bellas, para conseguir ser objeto de la elección masculina y alcanzar el premio final: la boda.
La imagen estereotipada de la mujer es reproducida y difundida por los tebeos femeninos, que la dibujan en ese tiempo de espera, paciente e interminable, de preparación para el matrimonio. Aparecen retratadas como amas de casa laboriosas y profesionales eficientes, siempre impecables y bellas, para conseguir ser objeto de la elección masculina y alcanzar el premio final: la boda.
En el transcurso de los interminables 40 años de la dictadura franquista, las mujeres consiguen —en los tebeos y en la vida — pasar de ser abnegadas, laboriosas y calladas, a combatir las leyes que les impedían la igualdad y la libertad.
Con la llegada de la transición, las mujeres consiguen combatir las leyes que les impedían la igualdad y la libertad
Con la llegada de la transición, las nuevas protagonistas —dibujadas por mujeres — dejaron de ser objetos de consumo y de deseo masculino para objetar —unidas por el incipiente y rotundo trazo feminista— y reclamarse como sujetos con una identidad y un espacio propios.