Huyendo de la oscuridad de los años de la dictadura , la nueva generación de los años setenta acude a la capital en busca de nuevas experiencias y aires de libertad. En aquel nuevo ambiente de desenfado y adolescencia democrática, un joven [Antonio Campos Ramos, 1948] llega desde Bétera, el pueblo que le vió nacer y crecer, a Valencia. Una ciudad en plena efervescencia cultural.
La apertura de nuevos locales nocturnos, salas de fiesta e íntimos cabarets recuperaron el gusto por el transformismo convirtiéndose éste en un fenómeno popular que reclamaba la diversidad, mientras que en algunas capitales europeas ya se exhibían esta clase de espectáculos con total libertad. La noche valenciana se había encendido. Y casi de broma, de un empujón, nace un personaje que hoy es el símbolo de toda una generación valenciana. La Margot.
De entre los primeros artistas del género transformista surgió la figura de La Margot, un artista que por los años fue creciendo hasta convertirse en una auténtica estrella de los cabarets, músic hall y teatros, una vida de éxitos, luces y sombras que forjó a uno de los máximos exponentes del transformismo valenciano. Así se nos presenta en una de sus canciones: ¡Aquí me tienen/ pues ante ustedes/ ya me ven! ¡Aquí me tienen/ y quiero que me miren bien/ juzguen ustedes, por mi manera de actuar!