El Clavecin roïal es un instrumento de teclado inventado en Dresde por Johann Gottlob Wagner en el año 1774. A pesar de su nombre, no tiene plectros como el clavecín, sino martillos, motivo por el cual es considerado un tipo de pianoforte. Los martillos del Clavecin roïal son de madera desnuda, sin cubierta, por lo que su sonoridad original es similar a la del clavecín. Las particularidades del clavecín roïal son: la resonancia debida a los apagadores separados por defecto de las cuerdas (inverso al piano actual); la posibilidad de cambiar el timbre mediante registros manipulados por tres rodilleras; y una tapa sobre la tabla armónica controlada por otra rodillera para los efectos dinámicos y el fortissimo. En palabras de Wagner, el Clavecin roïal puede sonar como un clavecín resonante, clavecín normal, arpa, laúd, Pantaleon (dulcémele de Hebenstreit) y pianoforte.
Clavecin roïal
Wagner vinculó el Clavecin roïal con la música de estilo improvisado en el anuncio que publicó el 1775, convirtiéndolo en una herramienta idónea para las fantasías. No es sorprendente que Carl Philipp Emanuel Bach retomara este género justo en 1782, año que adquirió su Clavecin roïal. C. P. E. Bach apreció la resonancia sin apagadores del pianoforte como un elemento fabuloso para la improvisación y fantasía. Las fantasías de C. P. E. Bach, habitualmente escritas sin líneas de compás, están llenas de arriesgados efectos dinámicos y armónicos, marcadas articulaciones y acentos, modulaciones inesperadas, cambios de textura, pasajes atemporales y silencios que obligan a repensar los espacios sonoros. Las posibilidades tímbricas del Clavecin roïal lo convierten en el instrumento ideal para esta música.
La música de Ludwig van Beethoven, nutrida de los elementos especiales de las fantasías y llena de efectos sublimes, contiene los mismos principios y libertades improvisatorias que guiaron las obras de C. P. E. Bach. No en vano, su sonata op. 27 nº 2 lleva el título de Sonata quasi una Fantasia y en el inicio del Adagio Sostenuto indica que se tiene que tocar sin usar los apagadores. El carácter y la fuerza pasional del presto-agitato o la Grande Sonate Pathétique op. 13 (Grave-allegro y Rondó), los acentos, articulaciones, contrastes dinámicos y temporales, así como la textura «canción de laúd» del segundo movimiento de ambas sonatas, son características ideales para las calidades del Clavecin roïal.
El Clavecin roïal fue ampliamente distribuido por Alemania y otros países disfrutando de mucho de prestigio. Su final llegó a principios del siglo XIX, cuando las exigencias técnicas y sonoras del piano se centraron en conseguir la potencia necesaria para llenar las nuevas salas de concierto.
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Pablo Gómez Ábalos es intérprete e investigador de fortepiano y clavicordio. Ha llevado a cabo conciertos con instrumentos del s. XVIII perztenecientes a museos y colecciones (Museo de la Música de Barcelona, colección de Esther Ciutat; colección Fritz Neumeyer de Bad Krozingen), así como con copias de Kerstin Schwarz y William Jurgenson. Es colaborador del Museo de la Música de Barcelona y en 2017 fue galardonado con una de las prestigiosas becas Leonardo de la Fundación BBVA por el proyecto «Clavecin roïal: timbres y fantasía de lo Sublime», incluyendo la primera copia mundial del instrumento, el CD «Sublime Clavecin roïal» y el libro Wagner's Clavecin roïal. An instrument for the Musical Sublim (Documenta Universitaria).