Marzo y Noviembre, dos meses en los que las mujeres nos hacemos eco de los que nos pasa a diario por el único hecho de ser mujeres: las diversas caras de la discriminación; la misma discriminación que prohíbe la Constitución y contra la que luchamos cada día sin que podamos ver todavía donde está el final.

El arte es también una forma de comunicar la denuncia, de transmitir los hechos que la invocan. Esta exposición es muestra de ello. Se dice que “el medio es el mensaje” y el arte, que es ideológico, es el medio que refleja el sustrato de poder a lo largo de la historia, y ese es el mensaje.

Desde la Grecia clásica, pasando por la Roma imperial y todas las épocas que han consagrado las obras de arte más relevantes, la presencia de las mujeres –como sujeto pictórico- se ha reservado únicamente a las dos condiciones por las que se las reconoce: madre y objeto sexual.

A pesar del “mensaje” que el “medio” artístico ha reflejado a lo largo de su historia, las mujeres también han hecho su camino. Es cierto que la discriminación es evidente en la concesión de galardones y premios, sin embargo, también es cierto que propuestas como esta del MuVIM, año tras año, allanan el camino y lo amplían.

Amèlia Alba, comisaria de la Vidriera que protagonizó la artista iraní Nasrim Tabaiean, dijo: “El MuVIM ha acertado y está trabajando para hacer visibles a las mujeres artistas en su programación; una decisión que es posible porque cuenta con un equipo de mujeres y de hombres que apuesta decididamente por la igualdad y por la erradicación de la violencia contra las mujeres…” Hemos de añadir que la postergación de las obras artísticas de las mujeres y de su realidad, es el resultado de la violenta actitud de quienes las mantienen [a las mujeres] dentro de los estereotipos que permiten seguir manipulándolas.

Es lo que hace la artista autora del proyecto Davantals Vivencials: rescatar una parte de la realidad de las mujeres y mostrarla.

Además de la pretensión concreta de María José Planells, el delantal identifica la posición subordinada de la mujer y de su labor, diferenciada claramente de la que hace el hombre; tanto en el trabajo asalariado como el que desarrolla en casa “cuando no trabaja, porque allí lo que hace es cumplir su papel de ama de casa: hija, esposa y madre”. Este papel está tan integrado en la condición de la mujer que incluso en la indumentaria tradicional más ricamente engalanada, se mantiene el delantal como pieza indiscutible de su función a lo largo de la historia. Y, en el extremo opuesto, nos encontramos que en la manifestación del 8 de Marzo de 2018, algunas manifestantes lo llevaban...

En este caso, el título que ha puesto María José Planells, «Delantales Vivenciales», es significativo de lo que pretende. Estos delantales son testigos de las relaciones entre las mujeres; son un “factor socializador de las mujeres”.

El trabajo de la autora refleja una realidad concreta ligada íntimamente con un rasgo muy significativo de nuestra vida social, cultural y económica: el cultivo de la naranja. Suma, además, lo que significó la revolución industrial, que puso a disposición del aprovechamiento del agua subterránea medios técnicos, rompiendo de ese modo el equilibrio plurisecular entre la huerta y el secano. A partir de ahí, la comercialización de la naranja comportó trabajos específicos para las mujeres, que trabajaban con “DELANTAL”.

La vertiente positiva también la señala la autora: “supuso un factor socializador que permitió que establecieran amistad entre ellas y compartieran problemas en común” Y eso muestra un rasgo específico de la comunicación entre las mujeres: no levantar una frontera entre el ámbito privado y el público.   

Júlia Sevilla Merino