Mary Beard, historiadora, en su reflexión sobre El poder y las mujeres, hace referencia a la Odisea, dentro de la tradición literaria occidental, donde queda documentado el hecho que la mujer no solo no tiene que opinar, sino que, además, tiene que callar. Y cito: “Hace casi tres mil años que queda documentado el momento en que un hombre le dice a una mujer «que calle». Me refiero a la Odisea de Homero. Es al primer canto del poema, cuando Penèlope desciende de sus habitaciones privadas a la gran sala del palacio y se encuentra con un aede que canta, para la multitud de pretendientes, las vicisitudes que sufren los héroes griegos en su viaje de vuelta al hogar. Como que este tema no le gusta, le pide, ante todos el presentes, que elija otro de más alegre, pero en este mismo instante interviene el joven Telémaco: «Madre mia, replica, vete dentro de la casa y ocúpate de tus labores propias, del telar y de la filosa. El relato estará a cargo de los hombres, y sobre todo al mío. Mío es, pues, el gobierno de la casa». Y ella se retira en sus habitaciones del piso superior.” (Beard, 2018, pág. 15-16).

Así pues, desde hace tres mil años se ha estado socavando la palabra con la cual es posible la comunicación. Este vitral REDES nos evoca la existencia de la proximidad social, estas redes que precisamente comunican, cada elemento geométrico en este vitral tocándose el uno al otro, que nos hace reflexionar que no estamos solos, que nos hace visibles, que no estamos tan aislados como la sociedad líquida desearía vernos.

En la obra de Lidón Artero REDES se presenta un oasis de reflexión y sensatez, un llamamiento a la serenidad que nos hace recordar que los seres humanos somos comunicación pura y sociabilidad, y que no hemos perdido la calidez de la comunicación a través del arte, y que, sobre todo, nunca hemos perdido la voz, de este vitral de conexiones, proximidades geométricas que se modifican como consecuencia de estas relaciones humanas, y de esta voz que está presente en el arte.

Es una obra de geometría pura, puntos que se unen formando líneas y que a su vez se anudan creando infinidad de geometrías unidas cómo si fueran neuronas, y forman recuerdos pristis, cerrados, unidos, remolinos, espirales más cerradas o aplastantemente abiertas y lejanas, matemática emocional, narraciones geométricas explosionades por la luz, la luz elemento esencial al vitral.

Productora incansable y minuciosa, ha construido redes en sus numerosos viajes, experiencias con artistas y amigos que se ven reflejadas en su obra, tan cuidadosamente hecha, diría yo que obsesivamente atendiendo al por menor, que incluso el tono de moratón utilizado para este mural lleva el nombre de “Around the world in 80 days blue” (“moratón la vuelta al mundo en 80 días”).

Lidón Artero, ella misma, se ha dejado caer en este acercamiento íntimo que nos presenta, en este laberinto de redes humanas. Y ella sabe muy bien que nos soportan a todos, que nos dan voz.

Alfia Leiva
Ciudad de México, 2022