La Rima del Anciano Marinero de Samuel Taylor Coleridge, que Blackwood "a regañadientes" leyó cuando era joven, se convirtió más tarde en una revelación que permeó su vida y su obra. Su relato teje una profunda conexión con los elementos de la naturaleza, y reverbera con las experiencias profundas que la naturaleza imparte. Esta conexión con la naturaleza evoca la tradición de artistas como el valenciano Joaquín Sorolla, quien utilizó su arte para capturar la luz y la belleza del cielo español, así como la relación del ser humano con el entorno.
El núcleo temático de la obra de Blackwood está profundamente arraigado en sus respuestas emocionales al mundo, como ella articula de manera conmovedora: "Este trabajo es muy emocional para mí; hago este trabajo para salvar mi propia vida, ya que el mundo puede ser muy cruel". Este sentimiento subraya la función terapéutica de su arte, posicionando su fotografía como un medio para explorar las complejidades y crueldades de la vida.
Las fotografías de Blackwood exploran la delicada interacción entre la abstracción y la representación figurativa, posicionando su trabajo dentro de un discurso histórico del arte más amplio que se basa en los legados de los pictorialistas y los pintores del campo de color. Como señala Barbara Rose en su ensayo On The Edge, la obra de Blackwood existe en el precipicio de la abstracción, un espacio liminal entre la vida y la muerte.
Central a la visión de Blackwood está una profunda sensibilidad hacia los ritmos y patrones de la naturaleza. La obra resuena con las tradiciones de los pintores impresionistas, que también se esforzaron por capturar momentos fugaces en el tiempo. Sin embargo, su enfoque contemporáneo evoca un sentido de movimiento y fluidez que desafía la percepción del espectador.
En conclusión, la fotografía de Blackwood es un rico tapiz tejido a partir de los hilos de la resonancia emocional, el compromiso ambiental y la exploración artística. A través de su lente, Carolyn Marks Blackwood captura no solo la belleza del valle del Hudson, sino también las complejidades de la existencia en un mundo a menudo marcado por la crueldad y la indiferencia. Un recordatorio de que el mundo aún es hermoso, de momento.
Roberto Polo
Carolyn Marks Blackowood (Anchorage, Alaska, USA). Vive y trabaja en Nueva York, NY. Situada en el valle del Hudson, Nueva York, la fotógrafa Carolyn Marks Blackwood reenmarca segmentos de los diferentes elementos de la naturaleza, el aire, el hielo y el agua, de su entorno a lo largo del río Hudson, en fotografías abstractas que flexionan la perspectiva con expresión pictórica. Al igual que sus predecesores de la Escuela del Río Hudson, el paisaje romántico del Hudson ofrece a Blackwood una plétora de color y actividad del esplendor de los cambios estacionales. Blackwood documenta estos momentos efímeros mediante la creación de fragmentos ambiguos de campos de colores vivos, abstracciones geométricas y motivos planos, capturando detalles concretos dentro de los elementos que de otro modo pasarían desapercibidos.
